27 de diciembre de 2012

La familia y uno más


Thor: Incansable. Terremoto. Bonachón. Pura nobleza vikinga.

20 de diciembre de 2012

Máscaras

 
Se sentía desconcertado, abrumado y sorprendido. A pesar de haber vivido la escena infinidad de veces en los últimos años seguían sorprendiéndole como las personas pueden ser tan camaleónicas. Como les gustaba manejar las situaciones a su antojo como incapaces de salir del tablero de ajedrez en el que han convertido su vida. Como cambiaban de actitud, de comportamiento, incluso el modo de gesticular o moverse, según a la persona a la que se estuvieran dirigiendo. Veía, una vez más, como eran capaces de jugar con los sentimientos de las personas una y otra vez y, como estas personas, entraban en el juego consciente o inconscientemente casi como ovejas enfiladas hacia el matadero.
 
Nunca llegó a comprender esta actitud que para él significaba un enorme esfuerzo de concentración y de habilidad mental para evitar incurrir en errores en ese juego maquiavélico no imputable ni a los políticos más expertos.
 
Durante años había escuchado declaraciones sinceras, medias verdades, falsedades, intrigas y silencios. Entramados pesadillescos de los que raramente se podía salir inmune.
 
Durante años había visto máscaras caer al suelo sustituidas por otras en un ciclo sin fin, para ocultar el vacío en personas sin rostro, huecas por dentro.

13 de diciembre de 2012

Quiero creer

 
Le hubiera encantado ser como Mulder. Esa mentalidad abierta, receptiva a las novedades, adaptable y dúctil a los cambios. Pero no. Desgraciadamente su mente no se lo permitiría nunca. Siempre Scully. Analítica, racional, esquizofrénicamente científica.
De vez en cuando se acuerda de él. Lo visualiza siempre en su despacho del sótano, con el famoso poster enmarcado a sus espaldas, lleno de libros, documentos, comiendo pipas de girasol. Siempre lo imagina discutiendo con Scully, mirándola fijamente a los ojos, enarbolando pasionales argumentos de los que se sentía plenamente convencido. Luego la veía a ella, con su mirada lánguida y fría, y poco a poco siente como sus palabras se apagan en sus oídos, perdiendo fuerza progresivamente, como si su propio subconsciente no las quisiera escuchar.
En ocasiones le encantaría ser como él. Poder aferrarse a algo inmaterial con ese entusiasmo, con esa convicción, con esa fe. Tener ese apoyo que le diera confianza en momentos de duda, en situaciones incomprensibles y complejas que no está acostumbrado a afrontar.
A pesar de su temprano agnosticismo siempre tuvo una creencia firme que, a lo largo de su existencia había comprobado exitosamente. Un simple código ético y de comportamiento resumido en una simple premisa que intentaba aplicar a todos los aspectos de su vida: si tus acciones son correctas los resultados obtenidos como consecuencia de las mismas también los serán.
Pero a veces parece que el destino le estuviera poniendo a prueba, retándole, intentando ver cuánto puede resistir sin ceder, sin sucumbir a la desesperación de no comprender que es lo que ha hecho mal. De no entender porque precisamente a él o a los suyos cuando siempre habían hecho lo que ellos consideraban correcto. Es entonces cuando más se acuerda de Mulder y, aunque sea por un instante también él querría creer.