24 de enero de 2014

Lección natural


La encontró en el suelo, andando tranquilamente, sin ningún signo externo de daño, como adormilada. Se extrañó de ver avispas en pleno invierno. El insecto a pesar de mantener intactos sus colores aposemáticos, no era capaz de infundir el respeto que merecía. Se encontraba desubicado, a merced de cualquiera y mostraba un comportamiento apacible y manipulable. Lo recogió con un pequeño palo y estuvo jugueteando con él, aprovechándose de su docilidad para colocarlo a su antojo en distintos decorados que le permitieran captar con su cámara una belleza impostada tan irreal como innecesaria, tan absurda como egoísta.

Al final, cuando menos se lo esperaba, el himenóptero sacó sus últimas fuerzas y agitó sus alas  volando imponente hacía un lugar indeterminado, hacia la incertidumbre, pero hacia una incertidumbre decidida por él mismo.



Aún hay tiempo para reaccionar.

2 de enero de 2014

La soledad (II)


Pasaba horas encerrada en su habitación, tumbada en la cama viendo la televisión, leyendo libros obligados o toquiteando el móvil con desgana. El mundo reducido a 4 paredes, a la diagonal de 4,3 pulgadas de la pantalla del móvil. A los capítulos de series televisivas repetidas. A los 4 videos mil veces reenviados, mil veces vistos. 

Todo esto no le preocupaba en exceso. Sabía que se trataba de un aislamiento buscado. De una renuncia voluntaria a la socialización familiar sustituida por una combinación de las nuevas formas de incomunicación junto con el aumento de la importancia de la pandilla. Sabía que era una enfermedad pasajera, de obligado cumplimiento, cuyo tratamiento suponía elevadas dosis de información, confianza y tiempo. Bendita adolescencia.