7 de mayo de 2014

A rueda


Seguían una línea perfectamente sincronizados. Resguardados por el primero que los mantenía a salvo de la corriente del canal. Un leve cambio de dirección de la cabeza provocaba un movimiento en s que los patos tenían perfectamente automatizado.

Estuvo allí observándolos un buen rato, viéndolos impulsarse con sus patas palmípedas adaptadas al medio acuático sin moverse un solo metro, ya que su esfuerzo era anulado por la intensidad de la corriente. De cualquier modo no había discusión alguna. Por todos era asumido que el líder hacía lo correcto y les llevaría al lugar deseado. Estuvo esperando en vano que se produjera el motín. Que el pato rebelde escapara de la formación. Que tomara una decisión propia. Que lanzara a la aventura individual. Pero no. Al rato todo seguía igual.

Muchas veces pensaba en ello. Tomar decisiones, dirigirse hacia lo que uno cree mejor. Hacer las cosas con criterio. Por lo menos con su criterio. Pero no. Al final nunca demarraba. Siempre permanecía resguardado del viento, de la corriente, de todo… con la cobardía disfrazada de sensatez siempre llamando a su puerta.