Tres semanas largas como tres meses.
Nervios, intranquilidad, casi desesperación. Sábados limpiando el
coche, arreglando el jardín, navegando en internet. Blanco sobre
blanco en el calendario. Vacío. Fines de semana de dibujos animados
televisivos y cortacésped vecinal. Cumpleaños con paella y tarta de
limón.
Piernas doloridas, recordando el
esfuerzo ya casi olvidado. Polvo rojo en el cuerpo, introduciéndose
en los alveolos pulmonares con cada fuerte respiración. Sonido
rítmico de las bielas, del rodar sobre la tierra. Manos adormecidas.
Traqueteo. Calor. De nuevo en los caminos, de nuevo vivo.
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