“En los siguientes 500 kilómetros apenas sucede nada. Cuando llego a
Nouackchott tengo las retinas llenas de arena y piedras, y la tarjeta de la
cámara fotográfica repleta de imágenes de dunas y hamadas inabarcables. Mi
cabeza, en cambio, hierve de dudas. Hace días que me pregunto qué hago aquí.
Tengo una crisis. Me falta la motivación.”
Siete desiertos con un par de
ruedas. Sergi Fernández. Saga Editorial (2010).
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Hace frío y sus dedos, a pesar de
la calefacción, se quedan helados con el tacto de símil cuero del volante. Suena Dinero de Marlango. El
día amanecerá lluvioso y, como siempre que caen cuatro gotas, prevé atascos en
los mismos puntos de siempre. Como siempre prevé que acertará en sus
previsiones.
Once años después el camino es el
mismo, las ilusiones y las energías no. Se fueron quedando entre acelerones y
frenazos, entre proyectos inacabados o muertos antes de nacer. Cada mañana la
rutina se hace más insoportable. Intenta refugiarse en sus muros, en sus oasis,
para recobrar fuerzas y reiniciar la marcha. Le gustaría tener un destino
definido, como lo tenía Sergi en sus siete
retos, le gustaría decirse a sí mismo que la única forma de llegar a ese destino
es no dejar de pedalear, no rendirse, avanzar día a día. Pero cuando logra
hacerlo, sus palabras suenas huecas, vacías, perdiéndose en su desierto
personal e intransferible