Sus escasas dudas se disiparon nada más llegar arriba. Desde
luego había merecido la pena. Sentado, intentando recuperar el resuello tras la
ascensión porteando la bici, se preguntaba como viviendo a escasos 10
kilómetros de la cima no conocía este pequeño poblado íbero. Recordó sus
inicios ciclistas junto a su padre cuando salían desde su casa en Paterna y Olocau
era punto de inflexión y almuerzo. Recordaba como cuando terminaba el repecho,
justo antes de colocar las manos en la posición más baja del manillar de la
Orbea para iniciar el descenso, alzaba la vista y veía la atalaya allá arriba, preguntándose
que sería aquello.
Venían todos esos recuerdos mientras se entregaba a las
magníficas vistas de la Sierra y de toda la comarca. Disfrutaba del silencio
del lugar, sólo roto por el sonido de las conversaciones de los ciclistas de
carretera que culminaban el ascenso por la CV-25 para deslizarse hacia Olocau y
quizá luego a Marines Viejo o Gátova. Por un instante echó de menos el rodar
fluido y silencioso de la bici de carretera, el delicioso sonido del buje
trasero al dejar de pedalear pero, sobre todo, echó de menos aquellos sencillos momentos
vividos con su padre y que tardaría tanto tiempo en apreciar.
3 comentarios:
El Puntal del LLop..., un sereno lugar, puedo ver el rodar de esos cilcistas de carretera ajenos a tus mi pensamientos y a tu mirada, Jesús. Me encanta que hallan surgido los recuerdos junto a tu padre.
La siguiente ascensión podría ser el Castillo del Águila o castillo de Olocau, hay unas pocas rampas durillas hasta la falda del castillo pero una vez a arriba...., tus pulmones se ensancharán hasta los confinees de la Calderona.
El Castillo de Olocau lo tengo en el punto de mira...pronto caerá.
Espero la foto desde su cumbre, ya verás como los muros de rodeno se mantienen "a plomo y escuadra" sobre los cortados.
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