11 de octubre de 2012

Mi familia y otros animales


 
Las veía ahí ensimismadas montando viviendas unifamiliares a los caracoles, a los que proveían abundantemente de comida y humedad, o alimentando orugas y escarabajos de todos los tamaños y colores. Observando las distintas especies de insectos y polillas atraídos por la luz de la farola de la puerta de casa, cuidando que la salamanquesa que ejercía de ocupa en ella estuviera siempre a salvo de las veloces garras de Diana. Siempre dispuestas a conocer nuevos seres vivos. Girándose ante el paso de cualquier chucho por la acera de enfrente y dispuestas a discutir sobre la raza canina o felina a la que pertenece. Atentas en el coche, levantando la cabeza hacia las ramas de los árboles y los cables, buscando algún mochuelo madrugador sin perder de vista la carretera por si veían un nuevo erizo atropellado. Armadas a la más mínima con sus cubos y salabres, recorriendo sus acequias favoritas a la caza de ranas y todo tipo de animalillos acuáticos.
Las veía y se imaginaba a Durrell en Corfú, rodeado de naturaleza y vida, descubriendo cada día cosas nuevas, aprendiendo sin necesitar ir al colegio, lejos de rutinas y de absurdas memorizaciones, recibiendo la lección más importante de su vida.
Las veía y de nuevo se veía a sí mismo proyectado en esas dos criaturas tan diferentes pero tan similares. Sabía que buena parte de culpa de este comportamiento era suya pero ahora más si cabe, que los niños viven tan de espaldas a la naturaleza, se alegraba de haberlas educado así y disfrutaba de ello como si cada día fuese el último.

2 comentarios:

Pedro Bonache dijo...

A veces me entran ganas de no comentar tus post....,ningun comentario estaria a la altura..., y este es uno de esos brillantes post qe me hacen sonreir y ser feliz. He imaginado a tus hijas ajenas al mundo de homo y totalmente inmersas en el mundo de Gaia. Una delicia....,Jesús.

Tercera persona dijo...

Viéndolas correr detrás de gallinas, jugando todo el día con los perros, dando de comer al caballo me vino a la cabeza el libro de Durrell y, como me gustó la foto de Blanca, pensé en rendirle un pequeño homenaje...al final ya sabes que sólo son pequeñas historias sin más trascendencia, pero que nos hacen esbozar una sonrisa.

Un abrazo Pedro.