3 de junio de 2013

Siempre iguales, siempre distintos


De nuevo descansaba al lado de la Font de L’Abella. Escuchando el murmullo del agua que rebosaba y el zumbido de las incontables abejas que se surtían del vital elemento para seguir en su incansable labor.

Muchas veces se preguntaba por qué siempre los mismos recorridos, las mismas montañas, las mismas fuentes. Simplemente le gustaba ver como cambiaban con las estaciones, como asomaban las hojas en los chopos, como florecían las plantas manchando la tierra roja de pinceladas amarillas y violetas.

Le gustaba sentirse parte de estos cambios o, por lo menos testigo de ellos. Degustaba estos pequeños instantes pensando que eran efímeros y únicos, sabiendo que si volviera a la semana siguiente no volvería a ser todo igual. 

2 comentarios:

Pedro Bonache dijo...

Hermosa fotografia, imagen familiar y entrañable..., ¿te fijaste si los aviones roqueros ya sobrevolaban los peñascos...?, es que ellos siempren vuelven allí, como tu y yo.

Tercera persona dijo...

Hola Pedro,
¿Te suena no?. Estamos hechos unos rutinarios.
No vi los aviones, ya sabes que no soy muy pajarero...estuve entretenido intentando fotografiar la rana que está en la fuente que ya es como de la familia pero no le gusta posar para la cámara.
Un abrazo.