5 de agosto de 2013

Scolia flavifrons


Cruzaban por delante de él, con un vuelo ruidoso pero no exento de cierta elegancia a pesar de su tamaño. Solía pasear con Thor por ese campo de naranjos abandonado que se había convertido en un pequeño vergel doméstico con decenas de especies vegetales creciendo al amparo de unos árboles, literalmente llenos de tristeza y abandonados a su suerte. Dentro de este pequeño ecosistema eran especialmente abundantes, campaban a sus anchas, alimentándose del néctar de cardos y otras flores.

Este año se las encontraba por todas partes. Incluso le tocaba ejercer de vigilante de la piscina y salvar a varias de ellas de una prematura muerte por ahogamiento.

Siempre le pareció un bicho imponente, grande, seguramente de los más grandes himenópteros de Europa (si no el que más), particularmente pacífico y tranquilo y dotado de una belleza singular con sus colores aposemáticos y la máscara amarilla que portaba la hembra, mucho más espectacular que el macho.

Sabía que esta aparente docilidad no era más que una fachada que ocultaba la verdadera cara de la Scolia, un pequeño alien que se dedicaba a parasitar larvas de coleóptero que serían el alimento de su descendencia. Larvas dentro de larvas. Alimento fresco de primera mano. Generoso legado materno. Puro mecanismo adaptativo.

2 comentarios:

Pedro Bonache dijo...

Scolia...., yo de niño los llamaba "avispones" y durante los veranos su aparición siempre era un espectaculo, por lo menos para mi. No eran abundantes, pero si espectaculares. Que alegria encontrarlo por aquí..¡¡¡¡

Joan Prunera dijo...

Su nombre científico es Megascolia maculata flavifrons