1 de octubre de 2014

Preticor


Asciende por la pista de tierra húmeda aunque todavía compacta del Campillo, inhalando un aire rebosante de humedad. De nuevo ese olor, casi olvidado, se eleva y estalla en su mente como una carcasa de infinitos matices. En Tristán el cielo no aguanta más. Al principio caen las primeras gotas como tímidamente, como una avanzadilla de exploradores que son engullidos bajo una tierra reseca, ávida del líquido elemento. Una tierra desafiante que pide más, que necesita mucho más. Cielo y tierra, gris y rojo, siempre unidos como siameses, siempre dándose y quitándose, siempre condenados a entenderse.

Comienza el descenso hacia la Masía de Ferrer y la lluvia es intensa. El casco, que magnifica el sonido del choque de las gotas haciendo de caja de resonancia, se une a los múltiples impactos con el chubasquero regalándole con una sinfonía a modo de mascletá acuática, fresca e inofensiva.

Giro a izquierdas dirección Gátova. La pista vuelve a mirar al cielo, que sigue plantando batalla. Entonces vuelve a percibir mucho más intensamente la famosa geosmina, el aroma de la tierra, mezclado con los extractos vegetales acumulados en la superficie de las rocas durante la temporada seca, los terpenos emitidos por las esporas de la bacteria Streptomyces coelicor cuando se hidratan con la lluvia, las trazas de romero, tomillo y la gran variedad de aromáticas, la resina de los pinos, todo parece combinado con una perfección y dosificación exquisitas por el mejor perfumista, todo un abanico de esencias ofrecidas por el alambique más natural posible.

Desciende por el asfalto que todo lo oculta, deja atrás Marines totalmente empapado. Poco importa. Las gafas acumulan gotitas a modo de omatidios que se desplazan como amebas con sus seudópodos hacia los bordes de un abismo negro en cuyo fondo se fusionan con otras hermanas, idénticas e indistinguibles. Intercambia una sonrisa espontánea y natural con los ciclistas de carretera que suben a ritmo cansino desde Olocau, convertidos en cómplices de su pequeña travesura otoñal sobre dos ruedas.

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