26 de mayo de 2011

Bichos (III)

El gris cenizo del asfalto contrataba con el blanco del laboratorio. Del ambiente ordenado y silencioso pasó al caótico y estruendoso del tráfico, al sonido metálico de las tapas de alcantarillado rodando sobre sí mismas en una danza con final predecible, a los coches, al olor de cloacas, registros, sumideros y acequias y a humo de escapes, al aroma penetrante de los organofosforados y a la punzante caricia de los piretroides. La mañana se desperezaba tranquila para ir aumentando el ritmo cuando la ciudad se despertaba. Siempre entre, mosquitos, cucarachas o roedores, buscando, contando, observando rastros, anotando innumerables datos que se convertirían en tablas, círculos de colores, diagramas y gráficos de barras para justificar la rutina tantas veces insostenible.

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