Las 4:45. Otra vez despierto a las 4:45. Como ayer y como
antes de ayer. De nuevo se preguntaba por qué demonios a las 4:45. Los ojos
como platos. Los nervios en tensión. ¿Qué pasaba a las 4:45?.
Se dio la vuelta hacia el lado izquierdo de la cama
intentado volver a enganchar ese sueño esquivo, escurridizo y mal intencionado,
sabedor de que, como mínimo, tardaría un par de horas. Justo lo atrapó unos
minutos antes de escuchar a Lou Reed en su despertador. Como ayer y como antes
de ayer.
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