19 de enero de 2012

Vidas en off


Casado, 43 años, padre de familia con dos hijos, licenciado, trabajando fijo en lo que había estudiado... Casado, 41 años, padre de familia, sin empleo hacía más de 2 años... Casado, padre de familia, 72 años, jubilado…
Últimamente estaba recibiendo demasiado a menudo la misma noticia, contada de la misma manera, en susurros, casi furtivamente. Amigos, compañeros de colegio, familiares de amigos, vecinos….Siempre los mismos comentarios: Nadie se lo explicaba, quien se lo iba a imaginar, con lo alegre que era y ahora sus hijos, como ha podido llegar a esto…

Él también se hacía esas preguntas, escarbaba en sus recuerdos buscando algo, algún comentario, alguna reacción, alguna forma de actuar extraña, algo que pudiera haber dado una pista, un motivo para la preocupación. Nada. Nunca encontró nada fuera de lo normal. Nada que hiciera presagiar el desenlace tan injusto como incomprendido para la gran mayoría. Se preguntaba si realmente llegó a conocer a esas personas, si fueron sus amigos o sólo compartieron un espacio y un tiempo en sus vidas sin más. Si, al fin y al cabo sólo eran extraños conocidos con los que jugaba en la calle, estudiaba, salía de fiesta o iba de acampada en verano. Se preguntaba si realmente se llega a conocer a alguien hasta el punto de confesarte sus problemas, sus dudas, sus intenciones…

Tenía la certeza de que todo esto iría en aumento. Pensó en la sociedad actual, individualista, aislada en la farsa de la comunicación virtual, que está creando seres aislados, re-huyentes del contacto físico, de las conversaciones, de la naturaleza, ensimismados en la paradoja de las redes sociales, cegados por el virtuosismo de lo inmediato. Los veía incapaces de reaccionar, de sostenerse en situaciones límite, ante la situación actual, los veía incapaces incluso de pedir ayuda para intentar solucionar esas situaciones críticas.

Pensó en las instituciones, siempre recelosas a aportar luz a este tema. Esquivando cifras que aumentan cada año y que ya de por sí resultan escandalosas. Sin campañas preventivas, sin ayudas al tratamiento de esta lacra. Admitir estos números ya debería ser motivo suficiente para luchar contra ello. El problema es que admitirlos sería admitir el fracaso de este sistema, de esta sociedad del bienestar, de este modo de vida que tan bien nos han vendido y que resulta tan difícil de alcanzar y, sobre todo, de abandonar.
Datos de 2008: en España hubo más muertes por suicidios (3421 oficiales) que por accidentes de tráfico (3021). Esto supone más de 9 suicidios al día.
Según la OMS se suicidan un millón de personas al año en el mundo, lo que supone 1 persona cada 40 segundos y más muertes que las producidas por la guerra o por enfermedades como la malaria.

2 comentarios:

Pedro Bonache dijo...

Es cierto, es casi la muerte vergonzosa, la muerte que siempre se quiere tapar...., incluso es pecado quitarse la vida.
Creo que homo es el único ser vivo capaz de desesperar de esa manera, capaz de contradecir el sentido de la Vida, las adaptaciones evolutivas. El unico ser vivo capaz de retar a la seleccion de natural y terminar con su propia vida. Sin embargo, detrás de cada una de esas muertes, hay algo que falla en la mente, alguna carencia química, alguna enfermeddad mental larvada que una situacion in extremis desencadena con su trágico final.

Tercera persona dijo...

No sé será algo que falla en cada uno de nosotros o algo que falla en nuestra sociedad o, probablemente, un poco las dos cosas, pero lo triste es que parece que aún no se ha superado, como bien comentas, lo de la muerte vergonzosa y seguimos sumando para la trágida estadística.