9 de febrero de 2012

Subrutinas


El puntero del ratón juguetea tímidamente con los favoritos del Explorer. Corretea de arriba abajo como los dedos de un pianista deslizándose, casi levitando, entre las teclas, pulsándolas casi sin tocarlas, emitiendo sonidos armónicos. Aquí no los hay. Sólo ventanas que aparecen y desaparecen casi furtivamente a las que la cotidianeidad ha borrado su magia.
El adsl carga instantáneamente la primera página. Ya no está la Bicipalo apoyada sobre los chopos desnudos de la Font de la Abella. En su lugar una preciosa fotografía de un prado de flores amarillas casi irreal, como anunciando una primavera tan remota como deseada por su autor. De los prados valencianos a los manchegos donde al ver la Pieris rapae vienen a su memoria años pasados de salidas al campo a recolectar ejemplares y las horas entregadas sobre la lupa binocular para su determinación. De allí a las nieves de Colorado sólo hay un par de certeros golpes de ratón que le transportan al, ahora congelado, paraíso del mtb. La siguiente parada es el Pirineo navarro también cubierto por un manto blanco. Las excelentes  fotografías le transportan a estos paisajes, tan cercanos y tan lejanos a la vez. Casi puede sentir la nieve hundiéndose en sus zapatos. En Córdoba, el protagonista de la semana es el Herrerillo común, captado magistralmente en una serie de robados que parecen consentidos posados para el lucimiento del fotográfo.

Es suficiente no necesita más. Estos microinstantes suponen en esta época de frío y oscuridad unos de los pocos momentos de desconexión de la rutina diaria. Perfectamente sabedor de que no son más que pequeños momentos de evasión. Píldoras virtuales con efecto placebo -o no- , de las que poco a poco se siente más dependiente y que se han convertido para él en subrutinas dentro de la rutina.

El Outlook vomita correos donde la palabra más usada es urgente. La colleja es virtual pero casi tiene el mismo efecto que una real. Fórmulas, composiciones, estudios toxicológicos, informes y evaluaciones de eficacia a lo largo del tiempo, procedimientos de registro.

Nota los pies helados y, sin quitar la vista del monitor, golpea los talones contra el suelo como quitándose la nieve incrustada en las calas de las zapatillas…sonríe y aumenta un par de grados el termostato del aire acondicionado.

3 comentarios:

Pedro Bonache dijo...

Jesus, los trevoles continuan ahí, justo cuando baajaron las temperaturas volví a pasar por ese prado con la flaca, imaginé que los encontraría marchitos, muertos..., pues no. El prado continuaba ahí y sus gráciles flores tan solo se habian cerrado, nada mas. Cubiertas de escarcha o hielos, les daba igual.
Este sabado la Bicipalo y yo rodamos, lo pasamos bien, volvimos a disfrutar placidamente y dspues de los paseos de la manada, me pegué a la estufa de butano y volví a las llanuras manchegas.
Jesús, los galgos estan llegando casi al final de esa cabalgada literaria...., si no pasa nada llegarán junto a los vencejos.
Un abrazo muy grande Jesus.

Pedro Bonache dijo...

Por cierto Jesús, esos microinstantes tanto virtuales como reales, son los que añaden la sal a nuestras vidas.

Tercera persona dijo...

Envidia me das con tus salidas invernales. Este fin de semana el tiempo a suavizado un poco. Yo sigo agazapado, acumulando ganas y esperando que se acallen un poco mis dos compañeras inseparables (2 preciosas protusiones discales que me amargan la existencia en estas épocas de frío).

Ansioso espero el final de la historia que supongo presentaras como se merece para ser leída de principio a fin.

Un abrazo Pedro.