2 de febrero de 2012

Aliens vs predator


Observaba atento las evoluciones de las biólogas de la Conselleria, se identificaba con ellas, buscadoras de resquicios, de pistas, de huellas o de sonidos que pudieran dar con algún ejemplar. Escudriñaban concienzudamente cada tallo y cada ápice buscando con la vista y con el oído, inspeccionando cada orificio de manera delicada pero concienzuda. Al verlas, se veía a sí mismo buscando en el interior de alguna vivienda o sótano todo tipo de rastros.

Los escuchaba volar en el cielo grisáceo, cubierto de nubes que no descargarían agua alguna. A menudo chocaban con alguna palmera cercana y rebotaban en el suelo blanquecino y arenoso, casi salino, en el que casi era imposible cultivar otra cosa que no fueran palmeras, higueras o granados. Aquello era un paraíso para el picudo rojo, temperaturas cálidas los 365 días del año, ausencia total de predadores, hectáreas y hectáreas con más de 200.000 palmeras creciendo. Imaginaba a las hembras, recién salidas de la palmera y ya fecundadas, extasiadas incapaces de decidirse por una palmera u otra donde depositar su puesta. Sentía la preocupación de los agricultores que veían que todo se desmoronaba por un pequeño bichejo que estaba acabando inexorablemente con el palmeral. Escuchaba de nuevo la historia, tantas veces repetida, de las especies invasoras, de la ausencia de enemigos naturales, de la lucha desigual contra un insecto que pasa gran parte de su tiempo protegido por una coraza vegetal de la que alimenta y a la que va matando poco a poco. Asistía a los congresos y leía las publicaciones y las noticias alarmantes y de nuevo le parecía escuchar el mismo estribillo con distinta melodía.

De nuevo le parecía que todo se reducía al punto de vista, al color del cristal con que se mire. ¿Es realmente un problema? Y, si lo es ¿Para quién? Al final todo desembocaba en lo mismo. En la mirada antropocéntrica. Al superpredador y su conveniencia, él decide lo que es plaga o lo que no. Él decide qué se considera especie invasora y que no. ¿ O acaso no lo fueron las mismas palmeras, ahora víctimas, cuando las trajeron los árabes a nuestras tierras?.

Estaba convencido de que el hombre no hace otra cosa que no sea modificar el entorno a su interés para mejorar su propia existencia y la de sus descendientes. Pero se preguntaba si no era  esto lo que hacen todas las especies animales y vegetales de una forma u otra, adaptarse para sobrevivir empleando estrategias que conllevan, en muchas ocasiones, colonizar, depredar, eliminar al enemigo o defenderse de él modificando el hábitat.

Sabía que, muchas veces, es necesario destruir para modificar y toda evolución no es más que eso, un cambio, una modificación, en este caso del entorno, del que forman parten las especies que lo habitan. Podía verse haciendo una mueca cuando dudaba que fuera necesaria una oposición sistemática a ese cambio. Él que se consideraba un conservacionista acérrimo. A él que le dolía en el alma cualquier noticia sobre hábitats destruidos y especies en peligro de extinción.

A veces, cuando paseaba por la urbe, pensaba en si alguien dentro de 100 años se acordaría de que, a principios del siglo XXI, aún había gorriones en las ciudades. O de que ver una urraca en los años 90 en Valencia era un hecho excepcional. Sabía con total certeza que la respuesta a esas preguntas era la misma que obtendría si preguntara a la gente si tenía conocimiento de que, a principios del siglo XX, había focas monje en Valencia.

2 comentarios:

Pedro Bonache dijo...

Todo lo que no beneficie a Homo es una plaga, eso es así. Incluso el hombre no duda en exterminar al hombre cuando anhela campos petroliferos, rios o yacimientos minerales. Esten en las selvas o en los desiertos.
Me encanta que hallas nombrado a las focas monje..., hace unos 35.000 años, parece que los neradentales del sur de España si que las pudieron contemplar, incluso dibujar con ocre sagrado en unas cuevas malagueñas. ya lo sabes Jesus..., hasta la fecha se negaba que neardental fuese capaz de dibujar, de pintar..., por cierto, sapiens llegó de África, ¿como el picudo....?, y exterminó a neardental.

Tercera persona dijo...

Lo de la foca monje siempre llamó la atención. Recuerdo que por los pasillos la Facultad había una disecada en unas vitrinas y cuando me escuché el comentario que la habían cazado en Valencia.
Tu sabes mejor que yo que África es el origen de casi todo y de nosotros mismos...
En cuanto al picudo creo que es asiático pero creo que entró en España procedente de palmeras egipcias.