17 de marzo de 2014

Rarezas


Llueve como no recordaba. Sus zapatillas se hunden en la calle embarrada. Thor corre esquivando los charcos a duras penas. Decididamente no le gusta el agua.

La capucha del chubasquero le protege, le aísla de todo. Camina atravesando la urbanización desierta, sintiéndose un poco Cousteau en el batiscafo inmerso en una fosa abisal escuchando tan sólo las gotas caer sobre el tejido impermeable.

Echaba de menos estos paseos bajo la lluvia, los olores distintos, la tranquilidad de dar libertad al retriever sin estar pendiente de nada. El animal rebosa vitalidad. Viene y va incansable, despierto, ávido de juegos, curioseando cada rama o cada objeto que encuentra. De pronto aparece desde un campo de naranjos saltando si aparente esfuerzo un murete con la gracilidad de un caballo de Ascot.

Siente una punzada en el estómago al pensar que lo verá morir.

2 comentarios:

Pedro Bonache dijo...

Descencía por la gota, aspiré profundamente y dije.
-Huele a invierno, a umbria...,¿habré viajado en el tiempo...?

Tercera persona dijo...

Je je... parece que se resiste a abandonarnos. La verdad es que echo de menos algo de calorcito ya.