31 de marzo de 2011

Adaptarse

Sabía que al terminar la curva a derechas e incorporarse a la circunvalación encontraría la habitual retención. Asumía resignado desde hacía años estos periodos de tiempo robados en su vida. Los tiempos muertos en el atasco convertían a los vehículos en observatorios privados desde los cuales escudriñar al vecino temporal.
Sabía que, cuando la carretera se elevase para cruzar el puente sobre el barranco, sería su momento. Al contrario que la mayoría, todos los días a esa altura su mirada se alzaba hacia el cielo buscándolo. Esta vez no lo encontró aunque era fácil de localizar. De vuelos fulgurantes pero cortos, en continuas subidas y bajadas o en suspenso aleteando rítmicamente las alas a una elevada frecuencia. Al no verlo dirigió la vista hacia la copa de un ciprés solitario, como perdido en una rotonda cercana y no pudo evitar esbozar una sonrisa de complicidad. Allí estaba orgulloso y desafiante, con su silueta altiva recortada sobre el cielo cenizo. Observando indiferente a la masa en su rutina diaria. Sobreviviendo a obras, tráfico, contaminación, ruidos y todo tipo de agresiones humanas. Sobreviviendo a toda clase de condiciones cambiantes siempre a peor. Simplemente adaptándose.

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