Avanzaba a ritmo pausado entre las brumas, ascendiendo
lentamente por la pista de la Cartuja. Nubes bajas y humedad relativa alta. A
su izquierda observaba siluetas multicolores rompiendo el paisaje de tonos
blancos y grises, retorciéndose en la larga ascensión por la pista de
Rebalsadores y desapareciendo por momentos como engullidos por la tierra roja.
En el mirador le esperaba un desfile de nubes inquietas, que
se desplazaban veloces, como queriendo abrazar delicadamente a las montañas,
casi pidiendo permiso para descargar su líquido elemento. Allí a lo veía todo
más claro. Sus pensamientos se simplificaban, su mente, se aclaraba por
momentos. Por un instante se siente privilegiado de formar parte de este todo
enorme, precioso, infravalorado por muchos, tan fuerte y tan delicado a la vez,
dependiente de los oscuros intereses de unos pocos ciegos a los que no les
interesa ver más allá de su propio beneficio.
2 comentarios:
Puedo percibir la serenidad del Monte Armenia, como así llamaban los cartujos a Rebalsadores y puedo ver esas nubes que rozan contra la cumbre, llegan desde la costa, como de excursión, como de visita para empapar y dejarse beber por la vegetación y por ti y por mi..., hay veces que se puede beber por los ojos y allí arriba, es muy fácil.
Bonito nombre Pedro.
La verdad es que el sábado hizo un día perfecto para salir. Incluso algo de frío allí arriba pero de lujo...que te voy a contar.
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