Siempre no fue así. Él también tenía un pasado oscuro. Un
pasado cubierto por bajadas pedregosas y senderos de curvas reviradas. Pero
sobre todo un pasado de encuentros multitudinarios tanto digitales como reales.
Decenas de nicks y avatares de carne y hueso, fundidos con
máquinas de todos los materiales, que él sólo había visto en pantallas de
ordenador. Grupos de amables gladiadores equipados hasta los dientes pero
siempre dispuestos a echar una mano a un desconocido que desde ese momento
dejará de serlo.
Subía por la senda de La Buitrera, buscando el punto
geodésico visible desde la urbanización. Cada escalón de piedra que tenía que
sortear le hacía sorprenderse más de sí mismo. Si, era él. El que un día,
siguiendo a otros, se lanzó tumba abierta por la estrecha y empinada senda que
ahora subía a duras penas. Recuerda perfectamente que, salvo un escalón
inicial, hizo todo el tramo montado, saltando, esquivando piedras, buscando la
mejor trazada guiado por su anónimo predecesor. Ahora, carga con la bici al
hombro y tiene que buscar una trayectoria alternativa para poder llegar arriba.
En la cima un grupo de excursionistas se sorprenden que haya podido llegar con
la bici. Les comenta que por supuesto bajar, bajará andando. Siempre no fue
así.
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