29 de diciembre de 2011

De puntillas


26 de diciembre. Conducía hacia el trabajo observando las calles con los minimalistas adornos navideños casi camuflados con los neones de los comercios, echó en falta la ausencia de la típica banda sonora con las martilleantes melodías navideñas, incluso apercibió un cierto ritmo cansino entre los viandantes. Hasta él llegaban sensaciones de moderación, de contención, no ya del consumo –cosa que comprendía perfectamente- sino también de la alegría, de la ilusión que, en muchas ocasiones fugaz y casi siempre banal, suele acompañar a muchas personas en esta época del año. Parecía como si existiera un acuerdo tácito, de no agresión, como si los que de verdad estaban felices no quisieran demostrarlo para no afrentar a los demás. Veía a la gente caminar como siempre a lo suyo sin escuchar la manida coletilla de Felizañoigualmente que otros años se pronunciaba casi automáticamente ante conocidos y extraños.
26 de diciembre, lunes, y aquí estaba trabajando como un lunes cualquiera de una semana cualquiera. El calendario, caprichoso, evitaba los festivos para regocijo de empresarios y pesar de trabajadores y aportaba su granito de arena para que estas navidades pasaran casi de incógnito, de puntillas, como esperando mejores tiempos en un futuro siempre demasiado lejano.

2 comentarios:

Pedro Bonache dijo...

El carpintero de la calle sentía los mismo, alzaba los ojos buscando las luces prendidas en los balcones y se encontraba con fachadas oscuras y tristes, en el bar en el que solia tomar un café no habia ni una sola guirnalda, ni una sola reservada para alguna comida de empresa. Era cierto, la Navidad pasaba de puntillas, silenciosa, como sin querer ser vista, incluso el clima regalaba un sol cegador y unas temperaturas cálidas y acogedoras.
Te he visto mirando a traves de la ventanilla y reflexionando, sintiendo......

Tercera persona dijo...

Como siempre tus palabras plasman perfectamente mis(nuestras) sensaciones.
Esperemos que este artificio humano y temporal del cambio del año nos insufle un poco de ilusión que no encuentro por ninguna parte.

Un abrazo Pedro.